Bye bye navidad
Es curioso como millones de personas celebran unas fiestas sin tener puñetera idea del origen de las mismas. Ni que decir tiene que a otros muchos no nos gustan y las soportamos lo mejor que podemos. Señalar que parece más que probable que Jesús -sí existió una persona singular identificable como tal- no naciera el 25 diciembre. Realmente la Iglesía Católica adoptó esta fecha para hacerlo coincidir con las fiestas paganas que celebraban el maravillo suceso consistente en que la noche, esa oscuridad amenazadora para nuestros antepasados, dejase de crecer. Agradezco sinceramente a la madre naturaleza y las diversas fuerzas físicas de la galaxia que los días sean más largos y tengamos más horas de sol. Pero en general considero el comportamiento de la gente durante estas fechas como un solemne ejercicio de estupided. Pegarse la gran cena el día de nochevieja porque lo hace todo el mundo es de bobos, ¿por qué voy a tener que preparar una megacena ese día sí realmente sólo tengo ganas de cenar una pizza?. Este año cené pizza y no soy menos feliz por ello. El año pasado ya inaguré el año haciendo algo diferente a lo habitual: dormir. Este año tenía que seguir con esa buena costumbre de hacer algo diferente. El año próximo tengo en mente comenzar el año jugando al simulador de vuelo. Otro comportamiento curioso es el de meterse en las grandes aglomeraciones de gente con motivo de comprar los regalos de reyes o las rebajas. Se supone que esas adquisiciones deber traer consigo un placer superior al que pagamos por poder lograrlo. Afortunadamente se acabó la navidad, bye bye navidad.
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